Mi querido Álvaro:
creo que es hoy, 17 de noviembre, o quizá mañana,
cuando emprendes tu aventura. No he podido ponerme en comunicación contigo,
tal y como habíamos acordado, antes del día de la fecha, pero no quiero que
en el momento de hacerte a la mar para tragarte el mundo te falten unas
palabras de apoyo salidas de mi pluma, que también ha sido siempre para mí
una especie de moto cosmonáutica con la vela permanentemente desplegada y el
motor insistentemente encendido.
Ahí va mi mano amiga y, con ella, va también mi consanguinidad de
viajero. Estoy contigo, Álvaro. Nos vemos a tu regreso. ¡Ojalá el dios Eolo
desencajone y lance al ruedo del Mediterráneo únicamente aquellos vientos
que puedan serte propicios!
Con un abrazo soriano,
Fernando Sánchez Dragó
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