CARTA AL DIRECTOR

El embajador del Reino de Marruecos regresa a Madrid. Tras muchos meses alejado de su destino, vuelve una persona que ama profundamente a su Patria y a España. El embajador Baraka es un magnífico diplomático que ha demostrado su profesionalidad y elegancia a todos los españoles que le conocemos. En mi caso, tuve el honor de visitarle en su residencia de Madrid, meses antes de emprender una peligrosa travesía transoceánica entre Italia y los Estados Unidos. La ruta escogida, me obligaba a navegar a lo largo de la práctica totalidad de las costas marroquíes. En el año 1998 ya había recorrido Marruecos de Sur a Norte en mi travesía Canarias-Bilbao. Ahora se trataba de una navegación en solitario desde Roma a Nueva York a bordo de una embarcación de 2.5 metros de eslora.., igual que la de 1998 Como hice ante los embajadores de Italia, Túnez, Argelia, Rep.Dominicana, Cuba, y EE.UU., en mi reunión le notifiqué mis intenciones y solicité las autorizaciones pertinentes para navegar por el litoral de su país. Desde el primer momento mostró una disponibilidad e interés absolutos hacia mi arriesgado proyecto. Amante de la mar, entendió enseguida el sueño y los objetivos de un navegante español. Así, me ayudó y aconsejó durante meses. Una de las razones de mi Expedición era unir los distintos países por los que iba a navegar, en el año en que se conmemoraba el quinto centenario del cuarto y último viaje de Colón a América. La mar une siempre. Por eso, entregué nuestra bandera de España en todos y cada uno de los países y puertos de recalada. Al embajador Baraka le prometí que si llegaba a Nueva York, haría ondear la bandera de Marruecos ante la Estatua de las Libertad (como hice con todas las de los demás países que toqué) Sonrió y me deseó suerte. Por los avatares de la política regresó a su país aunque seguimos en contacto. En el momento de la salida de Roma, gestionó que su colega el embajador de Marruecos en Italia, asistiera al acto de despedida en el río Tíber. Cuando llegué a Tánger procedente de Italia, todo fueron atenciones, ánimo y ayuda. Después de Tánger vinieron los puertos de Rabat, Mohammedía, Casablanca, El Jadida, Jorf Lasfar, Oualidia, Safi, Agadir, Sidi Ifni, Tarfaya... Navegando en solitario a lo largo del maravilloso litoral de nuestro vecino reino, recibí en alta mar el constante afecto de los pescadores y marinos de guerra de la Armada marroquí. También de las numerosas personas que encontré en los puertos de recalada. Sabían que venía un navegante español desde lejos (Roma..) en un diminuto barco y que pretendía ¡cruzar el Atlántico!

Se volcaron todos conmigo. Pude ver la grandeza del pueblo marroquí. Su profundo afecto a España. Hicieron que sintiera lo importante y grande que es todo lo que une a nuestros pueblos, frente a lo insignificante de lo que nos separa. En cada puerto que toqué, hice ondear juntas las banderas de Marruecos y España. Sentí la misma emoción que sentían las personas que abrazaban el gesto. Gracias al embajador Baraka todo esto pudo suceder. Sea bienvenido a Madrid Señor embajador del Reino de Marruecos.

Alvaro de Marichalar y Sáenz de Tejada