15 de Mayo

Hoy ha sido un día difícil. He sufrido otro hundimiento parecido al que me ocurrió en la primera jornada de navegación entre Roma y Nápoles. He vivido el momento más complicado de la travesía. A las cuatro horas de iniciar la jornada de hoy, he parado sorprendido por un gran banco de peces. Se acercaban despacio y tocaban el casco de la "NUMANCIA" Después de fotografiarlos con la cámara sumergible, súbitamente desaparecen. Debajo de mi embarcación puedo ver un gran tiburón que los ha asustado. A mí también... Zarpo "volando" del lugar y continuo avanzando. A la media hora sucede lo peor. El barco de apoyo está a unas ocho millas detrás de mi posición. Navega con el mismo rumbo que yo. Decido hacer un alto en el camino para no navegar demasiado lejos.. Siempre que paro a esperarle intento quedar en la prolongación exacta de su curso. Así, en el caso de tener un problema grave hay muchas posibilidades que le sea fácil encontrarme. Al parar, abro la caja estanca donde guardo el teléfono satélite IRIDIUM y mbarcación e intentar salvar mi pequeña nave. Me encuentro sumergido en el agua con mi chaleco salvavidas. Estoy al lado de la semihundida "NUMANCIA" de la que solo sobresale la parte que normalmente no se ve. Aunque desde el agua no es fácil, lo primero que debo hacer es tratar de girarla para poder activar la bomba de achique que extraiga el agua y evite su total hundimiento. Si sale bien, podré embarcarme otra vez y evitar permanecer demasiado tiempo en las frías y peligrosas aguas atlánticas. Está totalmente inundada y no puedo darle la vuelta. Pruebo varias veces, pero no es fácil que se mantenga en su correcta posición. Se gira una y otra vez. La mala mar no me ayuda. Finalmente, lo logro. Activo inmediatamente la bomba que comienza a sacar una enorme cantidad de agua. Mientras está achicando, desde el agua trato de mantenerla para que no vuelva a zozobrar. Cuando empieza a recuperar flotabilidad, ya no se hace necesario que siga evitando que vuelque. Entonces pienso en recuperar los objetos arecido también. Ahora ya solo quedan dos radiobalizas. La que tengo instalada a bordo ha quedado inutilizada y la portátil de mi reloj es la única que se podría activar en caso necesario. Finalmente, puedo observar al barco en la lejanía que navega exactamente en mi dirección. Menos mal que he tenido la prudencia de no salirme del rumbo. Sin embargo me quedo reflexionando en la soledad. En mi travesía, he previsto muchos sistemas de seguridad. Muchos de ellos ya han sido probados con éxito en la etapa entre Roma y Canarias. Por increíble que parezca, se pueden inutilizar todos a la vez. Hoy ha sucedido... Las circunstancias muchas veces hacen que ocurra lo que es difícil de imaginar siquiera. Quien iba a pensar por ejemplo que la radio sumergible iba a embarcar agua en esas circunstancias cuando a resistido cinco mil millas ahí donde está... Como imaginar que las bengalas iban a salir de su sitio; un lugar donde están alojadas a presión y con una correa de seguridad para que no se pierdan.. Son cosHoy al final, Chús ha podido reparar la "NUMANCIA" a bordo del barco. Una hora después me he metido otra vez en el agua. La singladura continúa. Aunque estos sustos son difíciles, ya se sabía todo lo que podía pasar y lo asumo. Lo de hoy incluido. Hay que seguir intentándolo. Antigua está al Oeste; detrás del horizonte...