Miercoles, 6.03.02

Hoy he vivido una jornada emocionante. He podido ver y sentir cosas muy especiales.. Muy temprano hemos zarpado de Sidi bou Said en Túnez con rumbo a la ciudad de Bizerta. Vamos a intentar llegar hasta Annaba en Argelia. Debido a la pérdida de días de navegación efectiva, intentaremos hacer dos etapas en una. La mar me viene de proa con lo que navego en zigzag haciendo bordos para intentar tener la mar por las amuras y conseguir una navegación rápida. Puedo doblar la velocidad del barco de seguimiento, lo que me permite acercarme mucho a tierra y observar cada detalle del litoral. Luce el Sol. La costa, por babor, se hace imponente. Es preciosa y evoca su pasado relacionado también con España cuando en 1535 Carlos I vino aquí desde Barcelona al frente de 420 embarcaciones y 30.000 soldados en busca del pirata Barbarroja. Como consecuencia, la toma de Túnez. Estos relatos históricos tantas veces leídos en mi juventud, se me hacen casi realidad cuando navego en solitario.. Imbuido en estos escenarios reales, puedo casi ver esas flotas en la lejanía, oir los gritos de sus marinos, sentir el temor previo a la batalla ante el filibustero, el miedo a la guerra.. Muy cerca de la playa, los restos de unos inmensos barcos semihundidos en la segunda guerra mundial despiertan mi desbocada imaginación. Corresponden a otras guerras. Más recientes esta vez.. Sobrecoje acercarse a estos monstruos muertos en la mar. Aunque corroidos por la sal y el tiempo, aparecen todavía amenazadores.. Prosigo y me acerco a unos pescadores. Siempre hablo con los caminantes de la mar. Son los que me dicen lo que me espera. Me avisan de los peligros que se pueden evitar, de donde están los arrecifes, las peligrosas redes a la deriva, las corrientes traidoras.. Hablamos de las recientes conversaciones bilaterales entre Túnez y España encaminadas a la creación de sociedades pesqueras mixtas, posibilidad que apoyan decididamente. De donde vienes? preguntan, de Roma.., respondo.. Sus miradas en principio incrédulas se tornan en desbordada ilusión cuando les digo a donde voy... La gente de la mar entiende tan bien todos los porqués de nuestras singladuras.. >Maha Essalama< (que la paz te acompañe) Gestos y gritos de ánimo me despiden con el regalo de la buena energía que atesoran las gentes que ven el horizontre todos los días. Arribo a Bizerta tras varias horas en pie sobre la mar. El Alcalde y autoridades nos reciben en el puerto con un ramo de flores y todo el calor que irradian los tunecinos. Unos zumos de naranja y unos rercuerdos de nuestro paso por la Ciudad. Intercambiamos las banderas de Túnez y España una vez más y se vuelven a escuchar palabras de tolerancia y paz. Antes de zarpar de nuevo rumbo a Argelia, telefoneo al embajador de Túnez para agradecerle su colaboración. Amablemente me confirma su ilusión por haber elegido Túnez como litoral de paso de nuestra expedición. Nos comprometemos a vernos en América si Dios quiere que lleguemos. A continuación llamo al embajador de Argelia en Madrid para anunciarle nuestra llegada a aguas territoriales argelinas en unas horas. Atentísimo me confirma que nos espera una fragata de la Armada de Argelia para darnos escolta. En esta expedición, como en otras travesías internacionales que he llevado a cabo desde 1986, es muy importante la colaboración de los países que se visitan, y para eso siempre he informado a los embajadores. Hace tres meses fui a todas las embajadas de los países que vamos a tocar para informar de nuestra singladura y recabar su ayuda, siempre que lo estimaran interesante. En los últimos dieciseis años, siempre he contado con el apoyo diplomático incondicional de todos los países por los que he navegado, lo cual me ha animado muchísimo en mis travesías marítimas. Tras las despedidas y dejar parte de nuestro corazón en Túnez, zarpo rumbo a Annaba. Al salir del puerto, una patrullera tunecina me da escolta. Navegando en formación, siento el respeto que nos tenemos los navegantes de la mar en cualquier condición, circunstancia o abordo de no importa que tipo de embarcación. Nos despedimos con gestos de afecto y acelero hacia el horizonte. Tras dos horas de navegación, observo tres aviones de guerra que se dirigen en picado hacia la costa. Son unos Mirage de la fuerza aérea tunecina en ejercicios de tiro aire/tierra. Atraído por el impresionante vuelo de los cazas, me dirijo a la zona. Por razones de seguridad, me quedo a media milla del polígono de tiro. El espectáculo me deja boquiabierto. Durante veinte minutos, hacen sus ejercicios con fuego real. Los impactos siempre en la misma zona se hacen estremecedores. La belleza del vuelo me emociona y transporta a mi vocación frustrada> Piloto de combate.. Es lo que quería para mi vida y profesión, pero un accidente de circulación en los últimos días de mi servicio militar y una secuela en la movilidad de mi mano izquierda frustraron mi sueño de volar. Estos pensamientos me extasiaban hasta que los tres aparatos finalizaron el ejercicio y se alejaron de la zona en alabeo de saludo. El barco había desaparecido en el horizonte y zarpé para alcanzarle y repostar combustible. La noche empieza a caer y la mar comienza a despertarse. La temperatura baja rapidamente y quedan unas cinco horas de navegación nocturna hasta Annaba. La noche se cierra enseguida y las estrellas dominan enseguida el firmamento por completo. Estos días no hay Luna con lo que la noche sobrecoje. Es muy noche.. La oscuridad es absoluta y navegar se hace muy difícil al no poder preveer y recibir las olas. Solo se pueden intuir. Los golpes se aguantan constantes a traición. En la lejanía unos destellos misteriosos. Es la fragata de la armada argelina >El Azoum< que nos espera en sus aguas territoriales para darnos escolta hasta Annaba. En la gélida noche cerrada, La dotación, muy abrigada, sale al puente y gritan contentos palabras de ánimo y bienvenida a Argelia. Me acerco y quedo a estribor de la gran embarcación gris naval. La proa del buque de cuarenta metros corta la mar con fuerza creando una estela que se confunde con el agua que proyecta mi pequeña embarcación. Siempre en pie, sorteando los embates, pienso que las estelas que crean las dos embarcaciones se juntan en un abrazo de mar. El abrazo de la tolerancia, del respeto al ajeno y a los sueños. El abrazo que ha hecho posible que esos marinos de guerra estén ahí, animando a un navegante español que viene de Roma y se dirije a las américas a bordo de un barquito muy pequeño pero con una ilusión grande, >NUMANCIA< A las once hemos arribado a puerto. El recibimiento es calurosísimo. Un gran ramo de flores y palabras de tolerancia y unión que vienen de la mar. Estoy un poco cansado pero con la moral reforzada por tantas emociones vividas en los últimos días. Mañana continúa nuestra expedición atlántica, >in challah